23 de octubre de 2023

Con dedicatoria: ¡Yo sí trabajo, no vivo en un palacio!


 

Mientras el Poder Judicial enseña músculo, el gobierno el cobre. Nunca en la historia de México el Poder Judicial había marchado en contra de un presidente: “Es una movilización histórica”. Un pleito con un grupo de ministros de la Suprema Corte terminó por sacar a la calle a miles y miles de personas que ayer marcharon del Monumento a la Revolución al edificio de la Corte y se detuvieron bajo los balcones de Palacio Nacional. 


Ahí, una cascada humana que avanzó por Cinco de Mayo y desembocó en el Zócalo cantó el Himno Nacional y coreó consignas en defensa de sus derechos, y en protesta en contra de un presidente que, según las pancartas que ondeaban bajo un sol ardiente, ha decidido tratar a los trabajadores del Poder Judicial como si fueran sus empleados. 

Luego de fracasar en sus intentos de imponer una presidenta de la Corte dócil a sus designios, y de intentar infiltrar el Poder Judicial mediante el nombramiento de ministros afines –a los que luego acusó de haberlo traicionado–, el presidente Andrés Manuel López Obrador inició una feroz campaña de desprestigio en contra de los ministros, a los que incluso acusó de no haber hecho nada nunca por el pueblo. 


Decidió más tarde, con la colaboración de una mayoría legislativa plegada a sus deseos, asfixiar a la Corte mediante la extinción de 13 fideicomisos y el recorte presupuestal de unos 15 mil millones de pesos.

Una intensa campaña se anticipó a la marcha de ayer y arreció incluso durante la marcha mediante el posteo de imágenes en redes sociales que “mostraban” que la manifestación era un fracaso que solo había convocado a “cientos”. 

Frente al Hemiciclo a Juárez se corrió la voz de que las calles que llevaban al Zócalo estaban cerradas y se llamó incluso a los manifestantes a retirarse pacíficamente. 

Pero la marcha avanzó finalmente, colmando Eje Central, Avenida Juárez y Cinco de Mayo. Como era previsible, el gobierno de la ciudad diría que la conformaron ocho mil personas. 

Abogados dirían que nunca en la historia de México el Poder Judicial había marchado en contra de un presidente: “Es una movilización histórica”, dijeron, a la que sumó el anuncio del Sindicato de Trabajadores que anunció un paro nacional que el 24 de octubre llevaría a la suspensión de labores a unos 50 mil trabajadores. 


Las marchas, algunas de las cuales conjuntaron cinco mil personas, se replicaron en Acapulco, Saltillo, Morelia, Aguascalientes, Toluca, Cancún, Oaxaca, Veracruz, Mérida, Pachuca y Chihuahua. Hermosillo, Querétaro y Colima. 

“Yo sí trabajo, no vivo en un Palacio”, “Somos los garantes de la Constitución”, “Somos abogados, no somos acarreados”, “¿Privilegios, los de los hijos del presidente”, “Respeto a la división de poderes”, “El Poder Judicial de la Federación no se toca”, “Un día en la mañanera alguien decidió que el Poder Judicial era el nuevo enemigo y comenzaron los ataques”, se leía en mantas y cartulinas. 

Era una marcha extraña, en su mayor parte formada por trabajadores de juzgados y tribunales que se detenían bajo los balcones de Palacio para gritar consignas y agitar pancartas. 

Una valla de metal protegía el Palacio, donde puertas y ventanas lucían cerradas. 

Pero la venganza en contra de un grupo de ministros se había convertido en la afrenta de miles de trabajadores. 

Una marcha de agraviados que explicaban en sus mantas un agravio mayor: el que puede caer sobre un país “de Yasmines Esquiveles”: el que puede caer sobre un país sin Poder Judicial. 


Odio y amor por los fideicomisos 

Con una diferencia de tan solo unas semanas el presidente Andrés Manuel López Obrador pasó de condenar la existencia de trece fideicomisos del Poder Judicial de la Federación, a defender la creación de otros tres fideicomisos hechos como trajes a la medida, faltaba más, para las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y la Marina (Semar). 

El paso inicial en el proceso de extinción de los primeros ya lo dieron los diputados morenistas y sus afines, al aprobar un dictamen que modifica la Ley Orgánica del Poder Judicial. Tras la siguiente votación, seguramente también a favor, de los senadores morenistas y sus afines, quedará todavía un último obstáculo para el presidente. Deberá ganar la partida en el caso de las demandas legales que promoverán, más tarde que nunca, los trabajadores y pensionados al ver afectados sus derechos laborales. 

Entre esos fideicomisos, los dos más apetecibles para los siempre hambrientos elefantes blancos del Ejecutivo son el de pensiones complementarias para magistrados y jueces jubilados, cuyo monto es un poco menor a los cinco mil millones de pesos, y el fondo para desarrollar la infraestructura que requieren las reformas en materia de justicia (como los juicios orales), cuya cantidad ronda los cuatro mil millones de pesos. 

¿Son muy altas esas cifras? Depende de los fideicomisos del Ejecutivo que se elijan para hacer comparaciones. En lo relativo a las pensiones complementarias, tan solo la suma de los fondos de los tres grandes bancos de desarrollo de la Secretaría de Hacienda (Nafin, Banobras y Bancomext) debe ser más de doce veces mayor que el fondo del Poder Judicial; sí, doce veces. 


En lo relativo al desarrollo de infraestructura, la Sedena tiene un fideicomiso para la adquisición de equipo militar y para obra pública que debe ser ocho veces mayor al del Poder Judicial; sí, ocho veces. No cabe duda de que el Ejecutivo se sabe de corazón el dicho “Hágase la voluntad de Dios, en los bueyes de mi compadre”. 

Por otro lado, los nuevos fideicomisos para la Sedena y la Semar tienen también el objetivo de financiar el desarrollo y mantenimiento de infraestructura, pero esta vez en el caso del Tren Maya y los aeropuertos a cargo de las dos secretarías. Se financiarán sobre todo mediante los derechos que tendrán que pagar los turistas extranjeros que se internen en México. A propósito, esos derechos eran antes utilizados para la operación de programas del Instituto Nacional de Migración. Lo que recuerda aquello de “Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se puede prestar”. 

Antes de ser presidente, López Obrador ya había aprovechado las ventajas de los fideicomisos. Cuando era Jefe de Gobierno construyó el segundo piso a través de uno público, cuya directora técnica era, por cierto, Claudia Sheinbaum. En el 2017 su partido Morena creó uno privado, “Por durante los demás”, para apoyar a los damnificados de los sismos ocurridos ese año. 



La transparencia en el manejo de cada uno de ellos fue cuestionada en su momento. El primero porque los responsables trataron de ocultar (reservar) la información sobre su manejo financiero casi un año. El segundo porque, de acuerdo con el dictamen final del INE, parte de su patrimonio fue usado de manera paralela con propósitos electorales.






Fuentes: Diarios, revistas e internet

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