El presidente López Obrador, ha convocado a una concentración multitudinaria en el zócalo para este primero de diciembre. Será lo que ha llamado una “Amlofest,” suponemos que, contra el propio virus, al que el presidente ha enfrentado en todos los órdenes obteniendo en su batalla cifras difíciles de igualar. Y con su frase “Prohibido prohibir” puedes o no llevar cubre bocas. El ego del presidente no tiene precio.
Frida García subió un tuit de indiscutible servicio público, con un video que contradice la aseveración presidencial sobre la erradicación de prácticas corruptas en la ilusoria “revolución de las conciencias”. En el oportuno documento de imagen y audio se ve y escucha al delegado estatal en Veracruz llamando a los alcaldes de Morena a que “agarren tantito de los ahorros” para el traslado de aplaudidores a la capital del país.
Presidido por aquiescentes, animados y sonrientes presidentes municipales en un salón, el impúdico incitador del delito Esteban Ramírez Zepeta, de pie ante un atril y un micrófono, perora: “El 1 de diciembre, les repito, vamos a ir a la Ciudad de México. Le pido aquí a mis alcaldes y alcaldesas que nos acompañen, que nos ayuden, que faciliten el traslado de los compañeros y compañeras. ¿Quién quiere ir a la Ciudad de México a apoyar al licenciado Andrés Manuel? (exclamaciones y manos alzadas).
Vamos a decirle aquí a los alcaldes y alcaldesas que agarren tantito de los ahorros para que nos ayuden…”. Por la tarde, López Obrador diría lo de la “revolución de las conciencias” y que “el pueblo” ya sabe que tiene el poder.
No tanto, cabe corregir, como el poder del delegado del partido que fundó AMLO ni el de los caballeros y damas trepados en las alcaldías veracruzanas, con licencia para pellizcar aunque sea “tantito” del dinero que, en la cuatroteísta teoría, pertenece al pueblo. Lo de “no mentir, no robar, no traicionar” es compromiso de López Obrador que sus favorecidos repiten como pericos.
Con razón tantos autobuses estacionados en las calles del Centro Histórico. Si a los costos del “traslado” se añaden los del almuerzo, comida y cena (aunque hayan sido tortas) para los miles y miles de acarreados, ¿de cuánto habrá sido el atraco a la hacienda veracruzana? ¿Qué aportaron los alcaldes en las otras 31 entidades con delegados tan delincuenciales como Ramírez Zepeta?
Los periodistas damos cuenta de pedacitos de una realidad que jamás abarcaremos. Qué ganas de saber si, además del acarreo, las proteínas y los chescos, a esa pobre gente se le sobornó con dinero en efectivo para que le echaran ganas a los aplausos y el coro: “¡Es un honor/estar con Obrador…!”.
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No dijo esta vez, como en algún momento de la primera ola, que bastaba usar amuletos y detentes del repertorio popular mexicano. Entendemos que el detente será esta vez la propia Plaza de la Constitución, nuestro invencible Zócalo, atestado con inmunes manifestantes de Morena.
Pueden ir tranquilos. En caso de infectarse, a ninguno le faltará atención médica gratuita, y ninguno se quedará sin cama en caso de gravedad, tal como ha sido para todos los infectados en este tiempo de combate mortal del gobierno mexicano contra el virus.
México mostrará una vez más su manejo único de la pandemia, que ha producido sólo un poco más de 290 mil muertes por covid y sólo un poco más de 600 mil muertes en exceso.
Compárense estas cifras con el Japón, por ejemplo, y se verá el tamaño de la batalla mexicana. En aquel país, que tiene una población similar a la de México, han muerto más de 16 mil personas, repito: más de 16 mil, sin que el Estado pudiera hacer nada para evitarlo.
Las cifras mencionadas tuvieron allá la consecuencia política de que el primer ministro en funciones no pudiera siquiera pensar en reelegirse. Muy diferente es la situación de México, donde hay tres o cuatro candidatos del partido en el poder compitiendo por la candidatura presidencial. Lo que se llama valor mexicano.
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