21 de febrero de 2016

Hillary y Bill Clinton. Su luna de miel fue en Acapulco, México


Ahora que está de moda Hillary Clinton en sus aspiraciones para conseguir la Presidencia de los Estados Unidos, vale recordar que a mediados de los setenta, la célebre pareja pasó su luna de miel en Acapulco ciudad turística de México que en aquellos días gozaba de mejor reputación en el otrora paraíso nacional.


En 1975 el presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, republicano de origen, se enfrentaba una vez más —como muchos ex presidentes de ese país, por lo menos cinco antes que él— a la amenaza del comunismo, a la creación de una política exterior basada en los "equilibrios" y al posible restablecimiento de relaciones con Cuba. Al final de su periodo terminó la guerra de Vietnam y se firmaron los acuerdos de Helsinki.


Mientras todo esto sucedía, al sur de California, el 11 de octubre de ese mismo año, dos jóvenes profesores de Derecho en la Universidad de Yale: Hillary Rodham y Bill Clinton, contraían nupcias en una pequeña casa de los años treinta que compraron en la calle de California Drive, en Fayetteville. La ceremonia fue en verdad austera; pero eso sí, contó con la asistencia de más de 200 amigos y familiares.

Dice Bill Clinton, ex presidente estadunidense originario de Arkansas, en su libro Mi vida, que la primera vez que vio a Hillary, ésta era "una estudiante que asistía a la clase de Derechos Civiles y Políticos en la Universidad de Yale" y la describe así: "tenía una mata de cabello rubio obscuro y llevaba lentes; sin maquillaje y transmitía una sensación de fuerza y autocontrol que raramente había visto en alguien, fuera hombre o mujer". En aquellos tiempos, confesaba Bill, la política simplemente no les importaba tanto, pero ambos estaban inmersos en ella.

En aquel momento, para los dos era más importante su vida personal, así que previo cortejo y acercamientos, decidieron pasar juntos las tardes veraniegas en New Haven. Bill recuerda cada detalle de todo el proceso de la relación: vincularse y presentarse a las familias, estar juntos, la convivencia, los objetivos tan diferentes de uno y otro, y poder aún así seguir adelante.


Fueron dos veces las que Bill le propuso matrimonio a Hillary. La primera ocurrió en Inglaterra, en la zona de lagos regresando de Gales, un lugar muy romántico, en el primer viaje transoceánico de Hillary. Y ella simplemente dijo: "No...".

Él dice que "fue una tarde mientras se ponía el sol a las orillas del lago Ennerdale..., le pedí a Hillary que se casara conmigo. No podía creer finalmente que lo había hecho. Y ella tampoco. Me dijo que me quería pero que no podía decirme que sí. No podía culparla pero tampoco perderla.

Así que le pedí que regresara conmigo a Arkansas para ver si le gustaba seguir viviendo juntos". Años después confesaría el propio Bill, que en aquellos tiempos eran demasiado felices, jóvenes y pobres.

Hillary nació en Park Ridge, Illinois. En sus inicios fue republicana y dejó de serlo a causa de la guerra y los derechos civiles. Viajó a Alaska con motivo de su graduación y ahí limpió pescado para ganarse la vida. Desde su juventud se interesó por los derechos de los menores y los temas de salud; siempre brilló en la facultad de Derecho. Era una estudiante de alto perfil y era muy exitosa en la vida interna de la universidad. Bill, en cambio, era lo que se llama más bien un estudiante "sobreviviente" aunque con más vida social.

Sin preparar una gran sorpresa, la segunda vez que Bill le propuso matrimonio fue cuando Hillary regresaba de un viaje. Al recogerla en el aeropuerto le dijo: "¿Te acuerdas de aquella casita que simplemente te gustó?, pues la he comprado. Ahora tienes que casarte conmigo porque no puedo vivir ahí solo...".

La llevó a ver la casa donde finalmente, con un beso, ella simplemente dio el sí. Ahí sería el lugar donde se llevaría a cabo la boda el 11 de octubre de 1975, en el 930 de California Drive. El vestido de la novia fue de encaje victoriano, a la antigua. Hugh Rodham jamás pensó que entregaría a su hija, metodista y típica muchacha del medio oriente estadunidense, a un hombre bautista, casi montañés de las mesetas de Ozarks en Arkansas, pero así sucedió.


Hasta dos meses más tarde de la boda no se fueron de luna de miel, básicamente por actividades y falta de recursos. Fue la mamá de Hillary, Dorothy, la que decidió obsequiarles el viaje para que fueran como John y Jackie Kennedy —así les dijo— quienes habían escogido el puerto de Acapulco, en el estado mexicano de Guerrero, para realizar su viaje de bodas. En aquel entonces Acapulco gozaba de una fama impecable como destino turístico de primer nivel. Era la época de oro de Acapulco, el centro del jet-set internacional.

No fue una luna de miel común, ya que los acompañó toda la familia de Hillary: Hugh, Dorothy, Hugie y Tony. Solo del lado de Hillary; de la familia de Bill no asistió nadie. No habían hecho planes de viaje porque según el libro, Partners in power, Bill Clinton alegó que no tenía tiempo para la luna de miel, pues necesitaba armar su campaña para procurador General de Arkansas. El autor del libro dice también que Dorothy excluyó a propósito a la madre de Bill y a Roger, su hermano, del viaje.

Los seis se quedaron en el mismo hotel: Las Brisas de Acapulco. Clinton cuenta en sus memorias que la pasaron muy bien, fueron días felices para ambos, en los que dieron largos paseos por la playa. Fue una luna de miel atípica, no tan romántica, de largas conversaciones y momentos inolvidables, sin duda, para los Clinton. Tiempos inolvidables de un Acapulco que podía disfrutarse por su naturaleza, sus vistas, su clima y su gran fama internacional.


Tony Rullán, uno de los mas reconocidos empresarios de Guerrero y discotequero más importante del puerto de Acapulco, confirmó a Dominical MILENIO que los Clinton se hospedaron en 1975 en el complejo de Las Brisas durante su luna de miel y que, en 2002, Bill Clinton regresó al puerto en calidad de invitado a una de las suites de Las Brisas, propiedad de la empresa Warner Brothers, en esa ocasión acompañado de su hija Chelsea, quien disfrutó durante todos los días de su estancia no solo de las playas sino también del Paladium, conocida discoteca del puerto.

El hotel Las Brisas tiene años de recibir a distinguidos e importantes huéspedes, y ha conservado su prestigio internacional debido en gran medida al servicio y a su vista privilegiada, ya que se encuentra ubicado sobre la carretera escénica en el número 5255, del conocido fraccionamiento Marina Brisas.

Quienes visitaban Acapulco en aquellas épocas de oro del puerto, eran miembros de la realeza, políticos, cantantes y artistas de Hollywood, como Elizabeth Taylor, Richard Burton, Tom Jones, Sammy Davis Jr., Frank Sinatra, John F. Kennedy, Richard Nixon, o Dwight D. Einsenhower y Howard Huges. Esos sí fueron tiempos de clase mundial para el querido Acapulco.

Estando en el puerto, Clinton refiere que leyó el libro de Ernest Becker La negación de la muerte, donde afirmaba que "en la medida que crecemos, en algún momento tomamos conciencia de la muerte y luego de que la gente que conocemos y amamos un día morirá y luego comprendemos que un día moriremos nosotros también". La gran conclusión de Becker es que ¿quién sabe cómo será el impulso hacia adelante de la vida, en el tiempo futuro?

Y esta pregunta de mucha filosofía, que parecía una afirmación de destino, nos lleva a pensar si en ese Acapulco que vivieron los Clinton —de mediados de la década de los setenta— donde esa historia de amor los llevó a vivir experiencias que en aquella luna de miel nunca hubieran imaginado, Bill pensara en ser procurador general, luego Gobernador de Arkansas, senador, todos los cargos políticos que él pensó, hasta ser presidente de Estados Unidos durante ocho años. Pero Hillary habría pensado también en su carrera política, aún más larga hoy que la de su esposo.

En las memorias de Bill Clinton, Acapulco le merece breves menciones. También habla de Caracas, La Habana y Buenos Aires, aunque el escenario latinoamericano era muy diferente en esos tiempos. Bill Clinton ha estado más veces en Acapulco; por ejemplo, en 2010 cuando asistió a la 73 Convención Nacional Bancaria, con la ponencia "Las claves para el desarrollo sustentable: el rol del Banco". O como cuando visitó la academia de golf de Lorena Ochoa, ambos eventos ya en el Fairmont Acapulco Princess.


Cinco años después de aquella luna de miel, el 27 de febrero de 1980, nació su única hija, Chelsea Victoria, también en Little Rock, Arkansas, como su famoso padre. Durante casi 20 años la pareja luchó hombro con hombro hasta lograr que Bill Clinton se convirtiera en el presidente número 42 de Estados Unidos, entre 1993 y 2001. Al menos públicamente, ahí terminó la felicidad conyugal, cuando en 1998 surgió el escándalo Lewinsky y el presidente, que entonces tenía 49 años, fue acusado de tener relaciones sexuales inapropiadas con una pasante de la Casa Blanca de 22 años. Hillary resistió estoicamente y decidió seguir con su matrimonio.

¿De qué habrán conversado siendo tan jóvenes en aquella luna de miel? ¿De sus aspiraciones políticas, del futuro? No lo podemos saber; lo cierto es que Hillary ahora ya es abuela, tiene 67 años y ha pasado, al igual que su marido, por todos los cargos públicos, exceptuando la presidencia de su país. Mientras, Bill Clinton es canciller honorario de las Universidades Laureate International y se dedica a dar conferencias alrededor del mundo.

Hillary sabe lo que quiere. Estaba segura que el próximo año cumpliría los 70 años en la Casa Blanca. Para eso ha trabajado toda la vida: ha sido abogada, senadora y hasta secretaria de Estado. Ha soportado estoicamente humillaciones privadas (el vergonzoso asunto de Mónica Lewinski) y políticas (dejarle la nominación de 2008 a Barack Obama). Pero quién sabe; el otro candidato demócrata, Bernie Sanders, la derrotó en las primarias de New Hampshire 60 contra 38.

De lograr ganar, aún deberá enfrentar al fenómeno mediático de Donald Trump. Si gana, Hillary se convertiría en la presidenta número 45 y, como dijo Bill en aquel entonces, tendrá que demostrar ser "de una personalidad de autocontrol y fuerza".

No es muy conocido que Hillary Clinton fue presidenta de las Juventudes Republicanas del Wellesley College, antes de cambiarse al Partido Demócrata, cuando su compromiso con la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana la llevó a abandonar esas filas. Hoy, su esperanza es el voto de esa población afroamericana y de la latina, a la que se ha acercado desde su luna de miel en Acapulco.

Pero el Acapulco al que los Clinton fueron a pasar su primera luna de miel (la segunda fue en Haití hace 35 años), no es el mismo.

A pesar de los operativos de vigilancia, sigue siendo una de las ciudades más peligrosas de México, disputada por varios cárteles y con serios problemas políticos y administrativos.
Se acabó la luna de miel...


Fuente: Milenio