29 de octubre de 2023

El huracán “Otis” que exhibió al gobierno por sus errores


Los que pensaron que Acapulco traería tregua entre el gobierno y la oposición para dar preferencia a los afectados por el huracán “Otis”, se llevaron un gran chasco al ver un video del presidente sumamente enojado llamando “buitres” y “gente de mala entraña” a sus opositores por acusarlo de militarizar la ayuda “con fines electoreros” y hacer de su gira un show viajando por tierra con atascones incluidos, pero regresando más tarde en helicóptero a la ciudad de México 




El presidente López Obrador, destacado exponente del populismo, no es estadista: es personalista. 

Hace lo posible por desmantelar al Estado mexicano y hacer a México país de un solo hombre. 

El ejemplo más reciente fue su conducta frente a la catástrofe que dejó en Guerrero, notoriamente en Acapulco, el paso del huracán. Ni siquiera con las fuerzas armadas, que tanto aprecia, aceptó directrices institucionales. 

Su reacción fue ordenar a la Secretaría de la Defensa cumplir su ocurrencia. El resultado fue el ridículo de quedarse atascado en una carretera que se sabía intransitable. Se resistió a delegar decisiones a quienes están preparados y tienen los protocolos para actuar ante esos desastres. 

 Fiel a su vena populista, AMLO quiere decidirlo todo. 



¿Se puede decir que el gobierno o el Presidente tienen responsabilidad porque a las costas de Guerrero, sobre todo de Acapulco, haya llegado un huracán categoría cinco? Definitivamente no. Sería tan absurdo cómo querer culparlo de un terremoto o cualquier desastre natural. 

Se equivocan quienes justifican la inacción gubernamental llevando el debate a ese terreno. También lo hacen quienes señalan que el Presidente no podía llegar por aire, cuando en casos similares, los helicópteros o los aviones de las fuerzas armadas aterrizaron en esos lugares una vez concluido la parte más dura del fenómeno, como era ya el momento en el que decidió tomar su camioneta para convertirse en el centro y poner en marcha la narrativa de que recorrió kilómetros a pie y pidió aventón a un camión de redilas porque no pudo pasar su vehículo (cuando se sabía que los deslaves lo impedirían), mientras que las verdaderas víctimas vivían el dolor, la angustia, el sentimiento de pérdida y el abandono de un gobierno que no sólo no supo advertir para salvar vidas (es temporada de huracanes y la alerta es una exigencia permanente), sino que no tuvo la capacidad o no quiso responder a la altura de lo que la situación amerita. 

Lo que se cuestiona, con indignada razón, es que una tragedia como la ocasionada por Otis se haya convertido en un acto más de propaganda gubernamental, en lugar de una respuesta rápida y eficaz para atender la contingencia. 


























Las preguntas son muchas. ¿Por qué no se instaló de manera inmediata el Comité Nacional de Emergencias que implica la coordinación de los tres niveles de gobierno y de las áreas competentes, encabezado por el Presidente como en otras ocasiones? 

¿Por qué el jefe del Ejecutivo no ha recorrido las zonas afectadas, abrazado a la gente, dándoles seguridad con su presencia de que ahí está su gobierno (ése por el que mayoritariamente votaron)? 

¿Por qué el Secretario Almirante, que vivió en carne propia la experiencia de Ingrid y Manuel, no le informa a su comandante de lo realizado en esa ocasión, en la que fue un importante protagonista como Jefe de la Zona Naval de Acapulco? 

¿Por qué se quiere acaparar e impedir ilegalmente la ayuda humanitaria y solidaria de la sociedad y canalizarla sólo a través del Ejército y la Marina cuando en estos momentos es fundamental que se sumen muchas manos, muchos esfuerzos, mucha participación para acompañar, para ayudar, para proteger a quienes lo perdieron todo? 

¿Por qué a estas alturas no se tiene un informe preciso del impacto no sólo en Acapulco sino en otras zonas de Guerrero? 

¿Por qué el ejército no instaló de manera inmediata sus comedores para proveer de comida caliente en las zonas más afectadas? 

¿Por qué no se ha puesto en marcha un programa de empleo temporal que le garantice un ingreso a quienes hoy han perdido sus fuentes de empleo? 

¿Por qué no hay orden y prevalece el caos? 

La respuesta es simple: porque no quiere el gobierno. Otis lo exhibió y mostró con claridad que sus prioridades son otras. Duele decirlo. Además, el huracán no sólo destruyó Acapulco, sino también muchos años de experiencia acumulada para enfrentar desastres naturales, ser resilientes, y salir más fuertes. Eso también se lo llevó. 

ROSARIO ROBLES| 29/10/2023 | 


“Buitres, mentirosos, viles”: AMLO estalla contra Fox y Calderón por críticas 





Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el Presidente atascado en el Jeep del Ejército en su camino a Acapulco, a pesar de que sabía que las vías habían quedado incomunicadas. 

No solo es el Presidente que no advirtió a la población de la catástrofe que se venía sino hasta cuatro horas antes del impacto de Otis. 

Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el presidente provocando el caos nacional en el supuesto combate al huachicol a inicios de su sexenio y que le reventó con la muerte de 138 personas en la explosión de la toma clandestina de Tlahuelilpan, Hidalgo. 

Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el Presidente justificando la liberación de Ovidio Guzmán López, el hijo de “El Chapo”, en el Culiacanazo, bajo el argumento de evitar un baño de sangre que “habría terminado con 200 personas muertas” y no con 29 como finalmente terminó esa historia. 

Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el Presidente diciendo que es responsable, pero no culpable del fallecimiento de 17 personas que recibían atención médica en el hospital Regional Número 5 de Tula, Hidalgo, cuando las autoridades tampoco previeron la inundación que se venía por el desbordamiento de los ríos locales. 

Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el Presidente minimizando la pandemia de Covid junto con sus más altos funcionarios, ignorando las recomendaciones de usar cubrebocas, suministrando medicinas y vacunas que no cumplían los mínimos requerimientos, mientras casi 700 mil personas murieron. 

Si hacemos un recuento de este sexenio, nos encontraremos que no solo es el Presidente coqueteando con los peores criminales, mandándoles abrazos y no balazos, mientras su administración es la más violenta de la historia y tratan de disfrazarla dándole vuelta a números, acomodándolos entre el espacio del tiempo para simular una disminución de la violencia. 

Algo es cierto: no todo es culpa del presidente López Obrador, pero una vez más ha quedado claro que su torpeza y la de quienes lo rodean es criminal.





Fuentes: Diarios, revistas e internet

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